Todos creo que hemos sido testigos de la delincuencia desmesurada que se ha intensificado en este tiempo. Hace dos días, al papá de mi mejor amiga le robaron el carro mientras iba hacer un trámite en el ministerio de Educación, tras haber hecho los trámites, regresa al lugar donde se supone que estaba el carro y sorpresivamente no estaba. Algo parecido ocurrió la semana pasada a una compañera de la universidad que había comprado comida por internet, ya entregada la orden por el motorizado, se acercan otros motorizados para robarle el dinero. Estos son solo dos casos cercanos que me hacen preocupar como ciudadana, como estudiante, como amiga y como posible víctima.