¿Cuán posible es juzgar con cierta apariencia diplomática, los principios de una relación aparejada con la realidad absoluta de las cosas? Recordemos cuando estaba la ministra de RR.EE. María Fernanda Espinoza, en comunión con el presidente Moreno, cuando se le consultaba sobre la situación política, moral y económica de Nicolás Maduro y la perpetuación de Evo Morales y Daniel Ortega, decían que había que respetar la autodeterminación de los pueblos, en claro apoyo a la equivocada conducción de sus países. Pero hoy vemos con claridad diáfana la defensa que hacen los mandatarios Maduro y Morales, al decir que es una persecución contra los “líderes auténticos de América Latina” y la “politización de la Justicia ecuatoriana”, respectivamente, en clara alusión a la orden de prisión preventiva dictada contra el ex mandatario, sobre el delito de secuestro al ex asambleísta Fernando Balda. Correa se creía intocable, su liderazgo en la política ecuatoriana se alargó por cerca de 11 años, y el caso Balda sería el inicio de una serie de atropellos y corrupción, que se manejó durante tanto tiempo, y que hoy caerá como un péndulo sobre su cabeza. Ahora el presidente Moreno llama a consulta a su Embajador en Bolivia, y suspende el viaje de su Embajador a Venezuela, pidiéndoles a Maduro y a Morales que respeten el principio de no injerencia.