Quito es Patrimonio Cultural de la Humanidad y declarada una de las ciudades más bellas del mundo. Por lo menos así es la propaganda turística. Pero no tiene una Biblioteca Nacional que avale esos adjetivos.
La Biblioteca Eugenio Espejo ha tenido tantas mudanzas que debe avergonzarnos. Posee uno de los fondos bibliográficos de primer orden. Solo lean ‘Biblioteca Nacional de Quito. Sección de libros antiguos y raros. Siglos XV, XVI, XVII y XVIII’ (CCE, Quito, 1959) y conozcan este insuperable patrimonio. Amén de las decenas de miles de libros que el Depósito Legal obliga a los autores ecuatorianos a entregar en esta Institución (desconozco si todavía existe esta obligación).
Me encantaría que el Presidente de la República y todos los entes culturales visiten esta mal llamada Biblioteca Nacional y a lo mejor salgan horrorizados como cuando hace años Soledad Córdova me invitara a recorrer todos sus rincones (hasta el subsuelo) y quedé con insomnio y rabia.
Y a lo mejor piense dos o más veces, si es preferible derrochar USD 80 millones en remodelar el estadio Olímpico. Este estadio que se llena solo cuando hay partidos de eliminatorias. Hay bibliotecas universitarias o particulares más actualizadas y dignas que la que reposa en la CCE, a pesar de los esfuerzos en adecentarla.
Uno, como librero, sabe muy bien que la “cultura” no da réditos políticos ni votos, en cambio el fútbol sirve para hacer carrera política.