Muchos líderes y altos funcionarios levantan sus opiniones airosas sobre la institucionalidad del país. La teoría de la administración pública como ciencia ha sido expuesta en rigurosos artículos, auténticas joyas de arduo estudio para la gestión de lo público. Pero, salta la pregunta: ¿las propuestas de “institucionalidad” tienen fundamento teórico? De ser afirmativa la respuesta, debería pasar más allá de la retórica que repite tantas veces como puede las palabras: democracia y libertad. El maestro Maximilian Karl Emil Weber expuso varias de estas teorías en extensos trabajos, esenciales para entender la burocracia nacional, que son paradas obligatorias para quien analiza los fenómenos sociales, culturales, políticos, y otros asociados a los cambios que se desean proponer. Quizás estas conjeturas rechinan. No obstante, quienes juzgan tomar uno u otro camino deben exponer sus análisis que no abarquen solo las palabras que endulzan el oído de los electores que permitan decisiones razonadas y beneficiosas. El primer paso para entender la estructura del Estado es dejar de usar la palabra burocracia en un sentido peyorativo, sino con su significado real.