Indignación e impotencia son las palabras más adecuadas para expresar nuestro sentimiento con la familia de Salomé Reyes, vilmente atropellada en Cumbayá por un delincuente común con licencia de chofer profesional para matar seres humanos. Una vez más, calles y carreteras de nuestro país se tiñen de sangre inocente ante la impavidez de la gente y autoridades locales. No puedo creer que las personas (espero lo sean) que viajaban en el bus de este criminal hayan permitido que huyera desapareciendo del lugar del accidente sin obligarle a que asuma su responsabilidad y cargos penales; tampoco la Policía se ha hecho presente en el acto, si no como es de esperar lo hace con mucho tiempo de retraso actuando en concordancia a su formación, inhumanos, indolentes, nada proactivos y preventivos.
Días y meses atrás han ocurrido algunos “accidentes” de tránsito como el de Papallacta donde hubo decenas de muertos a causa de las mismas manos delincuenciales de los choferes profesionales, la Policía no encuentra hasta hoy al asesino, de la misma manera ya conoceremos el paupérrimo resultado de su investigación en el accidente que quitó la vida de Salomé. Yo te ofrezco busca quién te dé… ¿Cómo se puede decir de la justicia ecuatoriana, sus protagónicas autoridades y Policía que están en la obligación de dar respuestas satisfactorias a los demandantes, o será mejor demandarlos en nombre de las víctimas y del pueblo por ineptitud?