Obras ordinarias....

Así comenzaba el slogan de campaña, de tal vez, uno de los mejores prefectos que ha tenido la provincia de Pichincha: “Obras ordinarias extraordinariamente bien hechas”. 25 años después y luego de diez años de maniqueísmo incluido, esta cuña de campaña se transforma en “Obras extraordinarias, extraordinariamente mal hechas” y; que volverlas a enumerar sería largo, tedioso y aburrido, ya que están a la vista de los 17 millones de ecuatorianos.

Aquellas obras del Prefecto están vigentes aún, y en muy buenas condiciones. Han resistido crudos inviernos, algunos terremotos y sobretodo dada su duración, no existieron sobreprecios ni lleve en mano.

Las obras del ‘correato’ y para tomar un solo ejemplo, ni siquiera han aguantado el rocío de la mañana , y está a la vista la carretera a la laguna del Quilotoa, o el palacio justiciero trasplantado desde Pekín, como símbolo de la ideología, que no aguantó el más mínimo aguacero.

“Por sus obras los conoceréis,” lo dijo Jesús para poder distinguir entre los auténticos y los quiméricos gobernantes iluminados.  

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