Con motivo de la inauguración del nuevo aeropuerto hemos sido testigos de actos curiosos, como aquella placa enorme en la que no se hace un reconocimiento explícito a su verdadero ejecutor, el ex alcalde Paco Moncayo, quien lo entregó a su sucesor con un avance de obras superior al 70%. Otra de las curiosidades fue ver en los actos a algunos personajes que torpedearon su construcción con necedades, como el polvo, los vientos o el Ilaló, llegando a decir que nunca lo utilizarían y peor sus hijos, de Ripley.
Llama la atención que ahora nadie proteste por el incremento a los servicios aeroportuarios que en parte, según se ha dicho, servirán para la construcción del metro de Quito. En épocas del alcalde Moncayo alegaban por la subida de tasas o porque no era aceptable que se cobre por algo que no se estaba utilizando, valores para amortizar la construcción de la nueva terminal.