Para Dante hay cuatro categorías de traidores: la Caína, por Caín que mató su hermano; la Antenora, por Antenor que traicionó a Troya; la Ptolomea, por Ptolomeo, que invitó a Simón Macabeo a un banquete y después lo asesinó; y la Judeca, por Judas que traicionó a Jesús. El mayor traidor es Lucifer, que en lo más profundo del infierno, en el noveno círculo, castiga a los que traicionaron a las instituciones más altas creadas por Dios. Dante lo describe como un gigante horrible, rencoroso e impotente, que llora y babea mientras mueve las alas como si intentara escapar del hielo que lo cubre hasta la cintura y con este aleteo enfría su alrededor.
Tiene tres bocas: la central con la que mastica la cabeza de Judas, que traicionó a Jesús; las de Bruto y Gaius Cassius, que acuchillaron a César, son masticadas en las fauces laterales. Se recuerda a Dante para que cualquier aspirante a traidor sepa el pago por la traición y no se atreva a perpetrar la ignominia.