El aeropuerto de Quito tiene desde hace 52 años un nombre glorioso y es: Mariscal Antonio José de Sucre, denominación justa y lógica que constituye un ícono internacional, puesta en homenaje al más prominente héroe de las guerras de la Independencia, al vencedor de Ayacucho, de Pichincha, Tarqui y otros lugares históricos de la fragosa geografía bolivariana.
El hecho de su reubicación no implica la necesidad de cambiarlo, por ello, el presidente Rafael Correa, con mucha sindéresis está en desacuerdo en que el Municipio de Quito consume este acto, que a luces de un recto discernimiento, constituye una muestra de mayúscula ingratitud con el “Abel Americano” como lo calificó el Libertador Simón Bolívar, al enterarse de su asesinato en Berruecos, cuando ese ilustre militar viajaba al Ecuador para hacerse cargo de la Presidencia de la República.