La decisión del presidente Gustavo Noboa Bejarano de autorizar la construcción, con inversión privada, del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), ha contribuido para la prosperidad que el Ecuador ha experimentado en los últimos veinte años. Lo hizo contra viento y marea.
La compañía lo construyó con recursos de los accionistas, sin un centavo de fondos públicos, ni deuda pública. Los gastos de operación y mantenimiento ha sido responsabilidad de la compañía.
Ha sido enorme el beneficio que Gustavo Noboa Bejarano ha generado para toda la población ecuatoriana en lo que va del siglo XXI y mientras opere el OCP. Ahora que ha partido, es ocasión para agradecerle, rindiendo un homenaje de admiración a su límpida trayectoria, pública y privada.
Y recordando la simpatía de su risa franca, de su humor a flor de piel, reflejos de un ser humano contento por llevar una vida sencilla, afirmada en principios sólidos y orientada por altos valores.