La Navidad es el acontecimiento más bello y feliz del año. Nos llena de sentimientos añejos y actuales, del encanto que trae, sobre todo, la unidad familiar. Sentirse cercanos, amarse profundamente, comunicarse, proyectarse hacia el nuevo año.
Si duele en verdad que el materialismo se haya asentado tanto en estos días. Que todo gire alrededor de regalos, comidas y paseos. Que se haya convertido en una vanidad de consumo. Que dejemos de lado a toda esa gente maravillosa, hermana nuestra, que sufren por la falta de recursos y por el egoísmo sin nombre de muchos de nosotros.
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Debemos cambiar nuestro estilo, nuestras costumbres. La Navidad es esencialmente una festividad católica que recuerda la emocionada llegada al mundo del Hijo de Dios. Es una fecha y una celebración espiritual que nos debe motivar a todos los creyentes a hacer algo que quizás en el resto del año no hacemos… Compartir. No es tan difícil ni tampoco tan oneroso.
Simplemente es sentirnos compañeros, amigos, unidos. Lo que podamos ofrecer a los que no tienen no tiene mayor valor comparado con los sentimientos abiertos que mostremos. Hagámoslo y será una de las mejores Navidades de la vida.