El pasado 13 de septiembre, El Comercio, publicó en sus redes sociales un artículo sobre el Museo Interactivo de Ciencia (MIC), titulado “Un taller reúne a 25 chicas para hablar de ciencia”, recibiendo varios comentarios con frases ofensivas de sus seguidores (chistes, burlas y expresiones irónicas), hacia la deslegitimación de un grupo de adolescentes reunidas en torno al proyecto Chicas en la Ciencia que promueve el MIC.
Frases como “ciencia de la cocina sera”, “la ciencia de como no quemar el arroz”, “lo agradable a los ojos de Dios es que las mujeres estén en la casa atendiendo a sus maridos y si quieren saber algo deben preguntarles a ellos, que estupidez verlas discutir de siencia” (comentarios trasladados con los mismos errores ortográficos con que fueron escritos), aparecen como una barrera real y simbólica de creación de estereotipos.
Además, este hecho provoca preguntarnos ¿por qué se continúa vinculando a las mujeres, en la cocina o en la maternidad, como último fin? y ¿por qué el matrimonio debe ser su logro de vida? Tal vez porque continuamos en una sociedad hermética, con alto temor a los términos de feminismo y género, que descalifica a las mujeres, a las jóvenes y a las diversidades sexo-genéricas, ridiculizando a las mujeres creativas, inventoras, inteligentes y curiosas, asumiendo que éstas, no son características femeninas o de los cuerpos feminizados.
Estos comentarios son calificados como inofensivos, pues quienes los hacen, justifican su opinión categorizándolos como chistes que no deben ser tomados a mal, o como escribe uno de los usuarios: “es una broma ya dejen la arena. Solo pasan en defensiva y victimizándose, rían que es bueno para la salud”. Pero, ¿esto en realidad es una broma? ¿Deslegitimar un proceso de aprendizaje y autodescubrimiento es un chiste? Pues nosotros consideramos que no. De hecho, el tipo de humor que intercambia una sociedad, habla mucho de esta, lo que le causa risa constituye una de las expresiones culturales más serias, pues condensa en gran parte su ideología.
Históricamente, la construcción de las sociedades dividió lo masculino y femenino dentro de determinados roles, espacios, actividades, sentimientos y valores; desde allí, impuso profesiones y pasiones personales que se consideran o no legítimas. Partiendo de este antecedente analizamos las reacciones y comentarios surgidos en redes sociales, para demostrar la división estructural, social y culturalmente creada, con el propósito de mantener a las mujeres alejadas de los laboratorios.
En el caso de la ciencia no hay acto más violento que negar el acceso al conocimiento. Porque el conocimiento no es solamente poder, sino es un acto de profunda transformación. Y en el Club “Chicas en la Ciencia”, apuntamos a esto, provocar un proceso de empoderamiento femenino de la ciencia, para a través de ella, descubrir distintas posibilidades para cambiar la sociedad.
Si ha generado resistencia ver a 25 jóvenes reunidas para aprender y compartir sobre ciencia, en un espacio de confianza pensado para ellas, vale entonces, volvernos a preguntar ¿por qué un grupo de mujeres jóvenes que explora todos los viernes a profundidad la ciencia y el conocimiento despierta comentarios de moralidad patriarcal que las confina al espacio del hogar, al conocimiento por ósmosis a través del esposo, a la educación de valores, principios y una y otra vez al espacio de la cocina?
Todo esto nos debe llevar a reflexionar, como sociedad, ¿qué estamos creado y reproduciendo? ¿Una violencia permanente hacia las mujeres y hacia los cuerpos feminizados?
Además es importante entender que ridiculizar el trabajo doméstico es un reflejo del valor exclusivo que le damos al ámbito de lo público integrado por lo masculino. De cualquier manera, el único tipo de cocina que hemos explorado, es la cocina molecular para estudiar con ella los principios físicos y químicos.
Nosotras vemos en las integrantes del club a un grupo de jóvenes inteligentes, creativas, con gran curiosidad en el conocimiento relacionado a la química, la electricidad, la biología, la astronomía y la física. Y son ellas quienes exploran a la ciencia por su propia cuenta, sin permitirse a sí mismas, que el hecho de nacer mujer signifique, alejarse de lo que aman o de sus sueños.