La muerte de un futbolista

La pregunta es si es normal, aceptable y saludable que una masa significativa de personas, incluyendo medios de comunicación y Estado, desplieguen una inmensa expresión de sentimiento y recursos por la muerte de un futbolista. ¿Por qué razón no ocurrió lo mismo cuando Oswaldo Guayasamín (pintor), Enrique Adoum (escritor) o Gustavo Orcés (científico) murieron? ¿Quién entregó más al país en sacrificio, prestigio, reconocimiento, cultura y valor? Independientemente de la respuesta, en un país donde se lee poco, donde el arte es precarizado y la ciencia es extraña a la cultura, estas expresiones posiblemente sean normales y esperadas. La carencia de una estructura social que permita el cultivo de líderes y héroes en áreas vitales para el fortalecimiento de una nación, como la ciencia y el arte, quizás sea la causa de la actual manifestación, que para algunos es exagerada e incomprensible.

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