Son pequeños “Fitipaldis” que aparece sorpresivamente generalmente con altas velocidades en la calzada, se trepan a las veredas y esperan la luz roja del semáforo en la zona cebra sin respeto a los peatones. Se desplazan y rebasan por la izquierda o por la derecha y se sitúan por delante o por detrás de otros automotores que deben frenar para no atropellarlos.
Algunos motociclistas suprimen el silenciador del escape porque les agrada el sonido estridente que molesta a los transeúntes. A pesar de que la ley de Tránsito les obliga no todos usan casco de protección y algunos guían con dos y tres pasajeros. Llegan con frecuencia a los hospitales y clínicas por pequeños y grandes accidentes de tránsito. Muchas veces ha sido necesario amputarles manos o piernas por la gravedad del siniestro.
La Policía ha registrado que un alto porcentaje de delitos se llevan a cabo con dos pasajeros en moto, uno guía la moto y el otro ejecuta el asalto, para luego desaparecer en contravía o sin respetar la luz roja del semáforo y no ser atrapados. Son volantes sin Dios ni ley, peligro para la comunidad que se siente desprotegida. Se debe poner atención y establecer normas y reglas claras para motocicletas.