José Joaquín de Olmedo, primer alcalde de Guayaquil, siendo un eximio escritor dejó como herencia sus conocimientos que equivalen a la herencia más rica en nociones culturales y trato específicamente del alfabeto del niño que en la letra G dice: Gratitud siempre al favor es un deber justo y grato.
Por eso el hombre ingrato es un monstruo que da horror, es innegable que cada ciudadano que se dedica a la política tiene coidearios y adversarios, pero cuando la obra pública sobrepasa las expectativas creo que hasta los adversarios en el fondo admiten por que ellos mismos transitan por el Malecón 2000, por que también ellos redescubren Guayaquil cuando visitan los parques y demás lugares públicos que son hechos mediante las contribuciones del citadino.
Entonces querer tapar el sol con un dedo es imposible, con la presente misiva anhelo atinar que puede ser verdad lo que argumentan quienes no están de acuerdo con la ubicación del monumento a León, pero hemos de ser respetuosos de las normas jurídicas y en especial lo que manda la ley de régimen municipal sobre el asunto en cuestión.
En realidad, siendo guayaquileño tan solo anhelo que las partes se pongan de acuerdo en el monumento, hasta quienes no reconocen la labor del ex Alcalde. ¿Qué tal si ambas partes se reúnen y llegan a un acuerdo y se evitan riñas que quedan mal ante la ciudadanía a quienes pierden la paciencia cuando a los otros se les agota unas gotitas de gratitud hacia quien demostró capacidad y energía en beneficio de Guayaquil.