En la ornamentación de Guayaquil es absurdo rendirle culto a pájaros, iguanas, mono machín, despilfarrando cientos de miles y miles de dólares que debieron ser utilizados correctamente en monumentos para guayaquileños que se hayan destacado, que hayan dado la vida por la patria, que sean héroes nacionales y que sus tumbas sean las más visitadas en el país como es el caso de Jaime y Martha. Esto significa que son un paradigma para futuras generaciones, por haber sido los mejores estudiantes, dignificaron la institución familiar del matrimonio tan venida a menos, lucharon por la justicia social y el desarrollo económico. Desde las aulas universitarias vivieron el horror de ser perseguidos por la dictadura militar; siempre lucharon junto a los más pobres y desprotegidos; eran tan cultos y estudiados que jamás necesitaron proferir un insulto, un agravio o una ofensa; resistieron los embates de los detentadores del poder que siempre los odiaron sin justificación alguna. Los asesinaron por intereses económicos y políticos de los recaderos de la oligarquía que impusieron a un ser maquinador como Osvaldo Hurtado que impidió que se envíe la segunda turbina del avión presidencial a Zúrich como lo había ordenado el Congreso, en donde con la primera turbina se descubrió que se había saboteado la nave del olvido donde todos los de la camarilla del poder desean que se mantengan. Él fue el mismo que colocó a Jaime sólo con los brazos extendidos y lo separó de Martha en un horroroso monumento. Somos un país que con buen juicio se ha desesperado e indemnizado a los Restrepo pero a nuestros propios hermanos congéneres como los miembros de la comitiva presidencial jamás se los ha indemnizado, ni se ha permitido que se descubra la verdad. Seres maravillosos que jamás atropellaron con el molino del poder ni trituraron los derechos humanos de nadie. Pese a ser vilipendiados no buscaron meter a la cárcel a nadie; resistieron estoicamente los embates perversos de algunos comunicadores.