Tengo la gran dicha de tener a mis padres con vida, “aunque ya caminan lento”. Son y han sido en mi vida los que me marcaron el camino con metas altas, con amor por la vida y la familia, con el trabajo exigente y bien terminado, siempre al servicio de los demás y disponibles para todos, pendientes unos de otros, aceptándonos y sacando lo mejor de cada ser humano que se cruza en nuestras vidas, sabiendo llevar adelante las dificultades de cada día con esperanza y buen humor, sin temor al dolor y al esfuerzo.
Ahora que están cumpliendo su aniversario de matrimonio 62, cómo no contar esto –como lo harían todos los hijos del mundo– y agradecer a Dios los padres generosos que me dio la vida.