A mis amigos ‘populares’

Seré maestra. Tendré que obtener más de 800 puntos en el Senescyct para lograrlo, pero estoy segura que estudiando mucho lo conseguiré. Quiero ser médica. Así mismo, necesitaré trasnocharme para pasar las pruebas, ya que el puntaje requerido es el mismo. Quiero ser profesional. Para obtener un título de tercer nivel debo consagrar mi vida al estudio.

Quiero ir a una universidad pública, estoy consciente de la noche que pasaré “acampando” para conseguir cupo. Quiero ir a una universidad privada, tendré que afrontar los gastos correspondientes.

Tengo que almacenar mucha información en mi cabeza, y muchos planes que me llevarán al éxito. Mi futuro es incierto, pero el camino es más seguro con un título en la mano. ¿No son demasiados obstáculos? Cada vez, el estudio se hace más difícil para los jóvenes ecuatorianos, y quien vea el número de inscritos en el SNNA podrá percatarse que a pesar de todo, no nos damos por vencidos. Que estudiaremos porque tenemos vocación de hacerlo, y que a pesar de tanta corrupción, seguimos con la esperanza de llenar el país con gente culta. Porque no nos creemos el cuento de cualquiera que aparezca y nos prometa una utopía irrealizable. Si nuestros padres vendieron su voto por un quintal de arroz o una camiseta, nosotros no lo haremos. Las cosas se pondrán duras en un futuro para quienes quieran mantener un puesto que no va acorde a su formación académica. Las palancas podrán funcionar ahora, pero son el solitario George de un Ecuador antiguo que está cercano a su fin. La única “palanca” que servirá será la de la puerta de cada Ministerio. El único “amarre” que se mantendrá vigente será el de las sogas que mantienen embarcaciones comerciales en los puertos. Me atrevo a invitar a todos aquellos que planean alcanzar cargos altos por “popularidad”, a que dejen las cámaras por los cuadernos, que cambien el gimnasio por un preuniversitario, y que me acompañen el próximo marzo a rendir los exámenes de conocimientos.