Asumamos que el nombramiento del flamante Ministro de Cultura es otro acierto de Correa, de lo contrario cometeríamos un sacrilegio al cuestionar su infalibilidad. Tampoco deberíamos incomodarnos con el controvertido personaje elegido, al fin y al cabo refleja lo que este Gobierno entiende por cultura.
Los suspicaces sostienen que se trata de una magistral jugada para desembarazarse de un incómodo colaborador en la Asamblea. ¡Vaya usted a saber! En cualquier caso, la mala práctica política siempre termina por reducir lo importante a su expresión más básica, casi elemental, muy a tono con las palabras del poeta Emerson: “La cultura es una cosa y el barniz otra¨.