En abril de 1961, según cuentan las crónicas de la fecha y que recuerdo perfectamente, se destapó el vergonzoso negociado de la Chatarra Militar. Militantes de izquierda organizaron las manifestaciones populares en respaldo a las denuncias formuladas por el vicepresidente de República, Carlos Julio Arosemena Monroy, en contra del impopular ministro de Defensa, Rafael Terán Varea, por la compra de material inservible y con sobreprecio, según las denuncias de entonces.
Fue tan vergonzoso el asunto que los estudiantes de la Universidad Central levantaron un Monumento a la Chatarra con uno de los tanques adquiridos en detrimento de las FF.AA. y del mismo pueblo ecuatoriano. Ese fue el inicio de la caída del gobierno de Velasco Ibarra.
Años más tarde y en pleno conflicto con el vecino del sur, Perú, el Gobierno de entonces compró a la Argentina 8 000 fusiles –que resultaron inservibles– durante la guerra del Cenepa, sin autorización internacional alguna y por motivos de peligro nacional. El entonces presidente argentino, Carlos Menem, fue acusado y llevado a juicio por contravenir normas expresas de su país e internacionales, ya que como garantes del írrito Protocolo de Río de Janeiro, no podían proveer armas a los contendientes y peor viejas y con sobreprecio, como consta en las investigaciones realizadas en ambos países. Incluso en Argentina se llegó al extremo de volar la “fábrica” de donde salieron los fusiles para Ecuador y Croacia.
El negociado, so pretexto de la defensa nacional, había sido perfecto. Solo gracias a nuestros valerosos soldados, tan vilipendiados, y que tanto trabajaron por la paz definitiva con Perú y cuyos nombres están en las páginas de la Historia, aunque no se los pueda nombrar, hoy tenemos en el Perú a un buen vecino. Nuestros gobiernos y comerciantes, industriales y muchos sectores privados pueden negociar tranquilamente. Todo esto a propósito de la compra de unos helicópteros de la India, que no han servido para nada. Se han malogrado casi todos y ha costado importantes vidas, más allá del alto costo económico pagado por esas naves. Cualquier parecido con los negociados de la chatarra es pura coincidencia. Hasta tanto mi sentido pésame, una vez más, ala valerosaviuda del comandante Jorge Gabela.