No es de extrañarse cómo las redes sociales pueden generar un impacto tan grande sobre todo cuando las fuentes que la propagan son fidedignas. Más aún, cuando está en juego la seguridad de nuestros hijos.
Pero, ¿qué podemos aprender de esta experiencia? Seguramente que nuestras autoridades nacionales no se espanten cuando se desborden informaciones que se vuelven virales, sobre todo porque se sienten comprometidos al no ser de primera mano llamados a resolver los diarios problemas que son conocidos día a día.
En muchos casos quedan colgados al viento esperando para ver si un rayo de sol asoma para dar pronta respuesta a las inquietudes de tantas familias que han atravesado alguna vez el ataque de la delincuencia (…) Es tiempo de conversar con nuestros hijos, y compartir estos “milagros virales” en familia para enseñarles que la mejor protección que podemos darles es no sobreprotegerlos, sino darles las herramientas para que se defiendan en la vida y aprendan a buscar ayuda cuando lo necesiten (…)