Se dice que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen y esto, en muchos casos, constituye una triste realidad.
Nadie experimenta en cuerpo ajeno, por eso que algunos países han saboreado ya en carne propia este trago amargo; mientras otros como México se muestran ansiosos e impacientes por probarlo, tal y como lo demuestran los sorprendentes resultados obtenidos en las últimas elecciones. Ojalá y no se equivoquen y su nuevo gobernante les proporcione una agradable e inesperada sorpresa pues, nadie puede conocer el trasfondo y el sentir de las personas y, menos aún, sus verdaderas intenciones.
Anhelamos, de todo corazón, que ésto ocurra y que el fantasma del Socialismo siglo XXI vaya desapareciendo, paulatinamente, en ese maravilloso país, devolviéndonos a todos la fe y logrando hacer de México un país democrático, próspero y seguro.