Mentiras de los falsos revolucionarios

Hay tres hechos que me llevan a señalarlas y que están ligadas directamente a las declaraciones formuladas, en su debido momento, por Pedro Castillo, presidente del Perú; Fidel Castro expresidente de Cuba; y, Rafael Correa expresidente del Ecuador. Precisemos cuales son:

Castillo en declaraciones públicas al haberse oficializado su triunfo, declara con total convencimiento que no es comunista; que no es socialista; que no es terrorista, tanto que inclusive los persigue; sin embargo, si vida de dirigente “revolucionario” y la posición de él en reuniones de su partido, confirmaría lo contrario, pues no se explicarían las felicitaciones de sus aliados de la extrema izquierda continental, ni se entendería porqué las reservas internacionales han disminuido, en los últimos días, alrededor de USD 4 500 millones.

Fidel Castro después de haber destronado a Batista, al bajar de Sierra Maestra, declara ante toda la muchedumbre que festejaba su triunfo, que no era comunista y que no perseguiría a la Iglesia Católica, tanto que pide que se celebre, cuanto antes, una “misa de acción de gracias”, para probar su posición política. A igual que en el caso anterior, los hechos posteriores prueban lo contrario y el mejoramiento de la “riqueza familiar” que tanto había entusiasmado al pueblo, se ha concretado en la opulencia con la que viven sus dirigentes, sobre todo Castro.

En el caso del Ecuador, un hecho es concreto y se refiere a la construcción de la cárcel de Latacunga, sobre la cual las autoridades locales estuvieron pendientes del uso que se le iba a dar, pero Correa siempre había repetido que no hay de que preocuparse, porque las instalaciones que van levantándose iban a ser de “uso exclusivo” de la Brigada Patria que es la dueña de los terrenos contiguos.

Cuando se iba descubriendo la verdad, se repetía a los ciudadanos preocupados por la inseguridad que se iba a crear en la zona, lo cual confirma los últimos hechos, que, en el peor de los casos, sería un “centro de capacitación” a los privados de libertad. Se la inaugura a la media noche y sin disponer todavía de agua potable, para solucionar lo cual se desvía cierto caudal que abastecía la ciudad, problema que hasta el momento no ha sido superado totalmente, ni en la prisión ni en la ciudad. Por eso es que los latacungueños le quieren tanto.

Los últimos hechos registrados en febrero y julio, en las cárceles prueban el peligro de que estén asentadas cerca de los centros poblados por el hacinamiento de ellas (30%) y la falta de guías penitenciarios (casi 9.000).

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