Fue proclamado el Ec. Rafael Correa por sus seguidores, al término de su mandato. Razón aparente: ganó todas las elecciones que se propuso. Hizo carreteras, hospitales, escuelas, edificios para la función judicial. Reformó leyes importantes según él. Consiguió préstamos cuantiosos para inversión especialmente de la República China. Dijo que los países vecinos querían aprender “del milagro ecuatoriano”. Gran parte del pueblo aplaudía satisfecho y las familias pobres agradecían por el bono de la pobreza, aumentado antes de las elecciones. El populismo del presidente en todo su apogeo, con el gasto de miles de millones de dólares en obras, dinero proveniente de la venta del petróleo, de los préstamos y naturalmente de la cuenta fiscal. Retirada la venda de los ojos ciudadanos, liberada la justicia, una vez terminado los dos períodos presidenciales, salió a luz la verdad amarga de cómo se realizaron los triunfos electorales y se hicieron las obras. Así tenemos: Triunfo de las elecciones populares con sobornos, en tal forma que terminado el “Juicio del Siglo”, la sentencia en firma fue de 8 años de cárcel para “El mejor presidente del Ecuador” hoy prófugo por corrupción. Las obras resultaron algunas inservibles, otras mal ejecutadas y casi todas con un denominador común, presupuestos inflados al 50, 100 y más por ciento del costo real para la repartición del “toma y daca” o del “doy y recibo”, es decir corrupción. El espejismo del milagro ecuatoriano, con semejante gasto irresponsable con lo propio (nuestro dinero) y ajeno (préstamos) sumado con el “toma y recibo”, dejó al país al borde del colapso económico con la consecuente difícil maniobra fiscal para el nuevo gobierno. Hasta se dice que cada niño que nace en el Ecuador viene al mundo con una deuda de USD 5 000. En cuanto a que el Ex Presidente ofreció y cumplió meter las manos a la justicia para mejorarla, tuvo aplauso del pueblo que confiaba en él, pero la realidad fue otra diametralmente distinta: sometió a jueces, fiscales y autoridades de control, a sus intereses, caprichos y para perseguir a los políticos opositores. Lenin Moreno no le ha metido mano a la justicia, la respetó y así le recordaremos. Gracias a la libertad que han tenido los magistrados de justicia, hoy tenemos como fugitivo al que se llamó “El mejor presidente del Ecuador”, sancionado por corrupción.