Como regla general se entendería los más sobre los menos. Simplemente eso. ¿Es conveniente en toda circunstancia? Veamos. Cuando la materia sobre la que se va a decidir por votación es beneficiosa para la mayoría, pues ¡claro! Pero hay una condición ética y es que necesariamente se debe en todo momento considerar la opinión de la minoría. Eso sería lo sensato en una democracia, porque no es asegurable que una mayoría acierte en todo momento y sobre todo un temario. Cuando no se cumple esa condición se corre el riesgo de que lo que se apruebe sea fruto de un simple ejercicio numérico sin el debate debido y se cierre definitivamente la posibilidad de seguir aportando para el bien de todos. La decisión tomada en consenso en la OEA sobe la implementación de unas reformas a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene ese carácter ético. La apertura para seguir discutiendo mejoras para el funcionamiento de la CIDH es plausible. Los países miembros de la OEA acertaron. Seguramente la minoría seguirá insistiendo en sus puntos de vista y serán escuchados con atención. El Ecuador pertenece a este grupo. Inmediatamente salta la pregunta ¿se actúa de la misma manera en el ámbito interno? O simplemente la mayoría gana.