Si bien las marchas de desacuerdo con el actual Gobierno y sus políticas no fueron lo multitudinarias que podían haber sido, visto el enojo y desencanto de muchos ecuatorianos ante la gestión del Eco. Correa, no dejan de ser una señal inequívoca para el Presidente de que nosotros, una gran mayoría que crece día a día, no estamos de acuerdo con su forma de gobernar.
Se dice, con toda razón, que nunca antes un gobierno dispuso de tanto dinero para ejercer su mandato y en manos de un economista era de esperarse que la gestión fuese casi perfecta. Pero resulta que en los años de la abundancia se gastó o se invirtió, como le gusta decir al Presidente, en obras cuyas resultados no se ven aún y en otros casos dejan mucho que desear o costaron más de lo que se había presupuestado.
No solo eso, hoy debemos principalmente a China, entre otros, ingentes sumas de dinero habiendo comprometido la producción petrolera en algo que siempre se criticó de la ‘partidocracia’, cuando lo quiso hacer, la venta anticipada del hidrocarburo. Hoy, con un precio por los suelos, los desajustes presupuestarios deben ser graves y comienza la época del espanto.
Todos estamos asustados por el futuro y más por el duro presente. Los precios suben todos los días, es difícil llenar la canasta de víveres para la alimentación de la familia, se decretan impuestos para productos que si bien no son importantes, como licores y cigarrillos, va a incrementar el contrabando y así va nuestra vida, de peor en peor, amén de los insultos y agravios que los opositores debemos recibir por el solo hecho de hacer conocer nuestro punto de vista. El derecho a disentir y protestar está protegido por la Constitución y es parte del juego democrático. Así como respeto a los correístas y su fanatismo, deseo que se respeten mis puntos de vista, más aún cuando son llenos de buena fe -y lo más importante-, educados y respetuosos, me desquician la intolerancia y la prepotencia. ‘Reubicar’ a estudiantes del Montúfar por protestar en defensa de su colegio y en especial a su presidente estudiantil, Sr. Criollo, tiene un tufillo de fascismo.