Se cree que solo Manuela Cañizares intervino en el grito de insurrección política del 10 de Agosto de 1809, pero estuvieron involucradas varias mujeres, quienes en su mayoría eran las esposas, compañeras, madres o hermanas de los conspiradores; algunas de las más destacadas fueron: Rosa Montúfar apoyó económicamente porque pertenecía a una familia pudiente y también organizó tertulias para transmitir el pensamiento de libertad, Manuela Espejo, Mariana Matheu de Ascásubi, Rosa Zárate y Ontaneda, María Ontaneda y Larraín, María de la Vega y Nates, Antonia Salinas y Josefa Escarcha; además participaron mujeres del pueblo como María de la Cruz Vieyna; en las actas firmadas por los diferentes barrios de Quito, para nombrar representantes a la Suprema Junta Gubernativa, figuran: Estefa Campuzano, Rosa Solano, Margarita Orozco, Manuela Solís.
Manuela Cañizares era una mujer fuerte, de empuje, católica, soltera, quiteña y sin descendientes; arrendaba un ala de la casa parroquial de El Sagrario, junto a la Catedral y a 20 metros de la Casa Real (actual Palacio de Gobierno) donde ese 9 de Agosto, dormía el conde Ruiz de Castilla, presidente de la Real Audiencia; de la casa de Manuela salieron los conspiradores en la madrugada del 10 de agosto de 1809.