Manifiesto político ecuatoriano

Dicen que el progreso de los pueblos depende de sus gobernantes, pero se equivocan. Si hubiese permitido que mi vida dependiera de las personas que han estado al mando, hace tiempo ya que habría perdido las esperanzas. Yo soy la cabeza que determina cómo se desarrolla mi entorno, y actúo de la misma manera sin importarme cuál sea el rostro que ostente el poder. Porque sé que el cambio no depende de uno, sino de todos, aunque ese todos del que hablo se forme ineludiblemente de la suma de cada uno. Y mientras no lo entienda de esa manera y perciba la transformación social como un hecho derivado solamente de mi propio compromiso, seguiré soñando inútilmente con mártires ilusorios, cuando en realidad el verdadero líder de este pueblo se encuentra únicamente dentro de mí. Por eso hoy me es indiferente quién sea el Presidente elegido. Hace mucho tiempo que escogí engrandecer este país con mis manos, y no he de detenerme a pesar de las acciones o imposiciones que se promuevan desde lo más alto. A pesar de que para lograrlo sea necesario que algún día esas cuestiones deban ser proferidas desde esta misma boca. Que quede claro, estas no son palabras de uno sino de todos, son palabras de cambio.

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