La historia nos muestra que se han cultivado el respeto a los ancianos, a los viejos, como depositarios de sabiduría, madurez y raciocinio.
Dones y valores con los que han contribuido al desarrollo de los pueblos. No en vano se constituían en toda cultura los llamados “Consejo de Ancianos”, que eran objeto de consulta para la toma de las decisiones más importantes.
El paso de los años, lamentablemente, también trae consigo otras circunstancias, que hacen vulnerables al hombre, como enfermedades y otras incapacidades que lo afectan.
Aquí es donde aparecen la solidaridad y subsidiariedad que cimentan el concepto de la Seguridad Social, y por ende las pensiones de jubilación.
Por todo esto resulta tan impactante e indignante para este grupo social el irrespeto a que han sido sometidos por este gobierno con una serie de actos que se han sucedido durante esta “revolución ciudadana”, y que culminan hoy por hoy fulminando sus esperanzas.
Cuando, producto de los errores de un modelo económico del despilfarro y la imprevisión, se han terminado los recursos que sigan sustentando la “percepción” de desarrollo, se castiga a uno de los sectores más débiles de la sociedad, a los viejos.
El Estado (léase sus gobernantes), les da la espalda y arremete contra sus derechos a la seguridad, eliminando el aporte del 40% y desconociendo la deuda que tiene con el IESS. La maldición de los “60 y Piquito”.