En los últimos tiempos se habla de la mala práctica profesional, en la mayoría de los casos orientada hacia la práctica médica, con la mal llamada mala práctica médica. La medicina no es una ciencia exacta y no todos los pacientes responden de idéntica manera. Al evaluar el riesgo de un tratamiento debe tenerse en cuenta el tipo de paciente, sus riesgos individuales, el momento de la enfermedad en el cual consulta, lo típica que sea la presentación de su enfermedad y otro número de variables.
Con la judicialización de la medicina, los únicos perjudicados serán los pacientes, porque no cabe duda, que nadie se arriesgará a realizar un tratamiento, en el que la evolución de un paciente grave presente complicaciones, que den un resultado no satisfactorio para el paciente y sus familiares, que dé lugar a una demanda por supuesta mala práctica médica. Es necesario fortalecer la relación médico-paciente, con respeto a la autonomía de los enfermos, quienes deben compartir decisiones sobre su salud, mediante una correcta aplicación del consentimiento informado.
A propósito de mala práctica profesional, quién sanciona la misma cuando es cometida por autoridades: del Gobierno, de la Función Judicial, de la Asamblea, del Consejo Electoral. La cárcel, únicamente, estará llena de profesionales de la salud; faltará espacio para quienes a diario violan la Constitución y sus leyes.