Si bien es verdad que hace falta una legislación adecuada para evitar la mala práctica profesional, no es menos cierto el hecho de que en cualquier profesión se pone en riesgo vidas humanas. Lo demostró el túnel de la Tufiño.
El problema radica no en la Ley de por sí, sino en la discrecionalidad y ambigüedad con que se redactan leyes en el Ecuador.
Cuando se pone a personas con poca o ninguna preparación en leyes a redactar las mismas, se cae en el plano de llenar vacíos con la nada.
La redacción de leyes, en tanto afectan a personas (al igual que la actividad de cualquier profesional), debe ser hecha con precisión, debe limitar adecuadamente los casos de intervención, etc… Lamentablemente, una gran cantidad de nuestros profesionales del derecho les encanta la ambigüedad, sin considerar la afectación a los ciudadanos. También consideremos que las opiniones de otros “redactores de leyes” que no tienen la menor idea de nada, no ayuda en nada a los ciudadanos que algún día tendremos que ser víctimas de la aplicación ambigua de una legislación nacida de una inspiración, que puede ser buena, pero hecha por quienes desconocen los detalles de una práctica profesional, en muchos casos hasta de la que ellos practican.