El autoproclamado hijo de Chávez (+), no es ni la sombra del líder venezolano muerto prematuramente y es lógico, un líder no se improvisa y la designación a dedo como en los viejos tiempos de los reyes, emperadores o dictadores, no podía ser la excepción.
A pesar de contar con todo el poder de las instituciones del Estado a su favor, Maduro parecería obtuvo una pírrica victoria, por una diferencia no comprobada de menos de 300 000 votos, los más de 15 millones que votaron.
De allí que el reclamo de Capriles que se cuenten los votos uno a uno era una propuesta lógica que demagógicamente fue aceptada en un primer momento por Maduro. Pero ante la grave denuncia de fraude, se apresuró, en un acto de cobardía política a ordenar al ente electoral que lo declare triunfador. Grave, muy grave la situación creada por los hijos de Chávez que si estaban seguros de su legítimo triunfo, aunque sea con un voto, debieron cumplir su palabra e ir al conteo pedido por el opositor.
Hoy, en otro hecho de cobardía y debilidad, que jamás lo hubiera hecho el líder fallecido, saca los tanques a las calles para proteger su triunfo. Qué pena que el Ejército de Venezuela, tan, pero tan adoctrinado, esté al servicio de los hijos de Chávez y no del libérrimo pueblo venezolano.