Freud, en su libro, Psicología de las Masas, y más tarde Ortega y Gasset, en la Rebelión de las Masas, arrojaron luz, sobre el inquietante comportamiento colectivo del ser humano, y permitieron desentrañar su naturaleza. La alteración de la conciencia, la disolución del yo, en favor de un alma colectiva y la homogeneización del pensamiento, constituyeron los elementos fundamentales que llevaron al individuo a experimentar una suerte de erotización cuando se encontraba inmerso en colosales aglomeraciones; condición a la que llega el ser humano luego de sortear etapas como la expectación, en la que se opera un comportamiento ambivalente de repulsión y atracción hacia ese hervidero en pleno proceso de ebullición, luego de decantarse por la segunda opción, se produce el acercamiento y engullimiento de este, a través de las fauces de ese enorme monstruo llamado masa, para finalmente sumirse en un estado de desinhibición frente a sus congéneres; esto despierta en todos los individuos un deseo de fundirse en una masa indisoluble, en virtud de esto, desembocará en un estado de embriaguez para posteriormente sucumbir ante un envolvente y seductor discurso, oficiado por un eximio orador, cuyo mensaje tenía una fuerte carga emotiva, exacerbando y desnaturalizando valores comunes y consustanciales inherentes a un determinado pueblo, como son, su lengua. Su raza, historia…etc.; logrando el encandilamiento de millones de personas. Estos acontecimientos degeneraron en acciones abominables para toda la humanidad; forman parte de este testimonio, el nazismo, el franquismo, el fascismo y en la actualidad se podría decir el madurismo pero con un ropaje distinto.