Regreso a mi tierra después de 15 años a probar suerte en el lugar que me criaron. ¡Oh, sorpresa!, la ciudad recibe a mi vehículo con “baches” y “chibolos” de asfalto por doquier. Baches que la lluvia camufla y ahí las calles se convierten en un peligro vehicular y humano; como en peligroso y en zona de tolerancia para la prostitución femenina y masculina se ha convertido el centro de la capital lojana por las noches.
Loja, señores, ha involucionado en su urbanismo. Qué turista desea traer su vehículo para recorrer La Argelia y su ciudadela Universitaria, La Tebaida, La Cuxibamba, la “zona rosa lojana”, el centro y esos sifones de agua que son verdaderas trampas; Los Geranios, ciudadela pintoresca que posee nombres de flores pero con calles llenas de “cráteres”, vecina de un parque lineal cuyos senderos deberían estar asfaltados para que puedan disfrutar los jubilados, y no sólo sirva para los escasos jóvenes deportistas y a sus perros para sanitarios.
No sé por qué los habitantes de Loja siguen callados y no piden la destitución del Alcalde, amparada en nuestra Constitución.