La liquidez de la tienda del barrio

Es por todos conocido que el descalabro del IESS alcanzó una dimensión de escándalo en la década perdida. Se infló la nómina de manera absurda para pagar favores electorales, se utilizó su infraestructura para montar un partido político, no se pagó por la atención a pacientes con enfermedades catastróficas, se le obligó a cubrir gratis a los cónyuges e hijos de los afiliados, se utilizaron recursos del fondo de pensiones para financiar el fondo de salud, se le conminó a comprar bonos, se adquirieron costosos equipos médicos que nadie los pidió, se construyeron hospitales que permanecieron abandonados un gran tiempo, se suspendió el pago del 40% de las pensiones jubilares, factores que minaron su liquidez.

Como parecería que pocos comprenden la gravedad de la situación y no han hecho el menor esfuerzo por solucionar tan grave problema, me permito hacer un símil con la tendera del barrio. Para zanjar mi deuda de 10.000 dólares con esa gentil señora, le propongo pagarle a fin de año 500 dólares, pero le entrego 200 y con los 300 restantes le obligo a comprarme boletos para un chancho solidario. Adicionalmente, le exijo que contrate un guardia y tres dependientes para que atienda a los vecinos y que construya una antesala para que esperen cómodos mientras les despachan el pan que debe exhibirse en las vitrinas que venden mis amigos. En reciprocidad, la tendera deberá proporcionar el desayuno a los niños pobres del barrio y prorratear las deudas de los otros vecinos. Mi generoso aporte será administrar su negocio y tomar las fotos necesarias para subirlas a las redes sociales, poniendo como ejemplo la labor de la tienda de mi barrio y, obviamente, mi gestión de buen vecino. Tal cual. 

Guillermo Falconí Morales

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