Quien ha leído la biografía de Abraham Lincoln, sin duda, sentirá gran admiración, por aquel hombre que sorteo, un sinnúmero de obstáculos a lo largo de su vida, hasta alcanzar el solio presidencial; icono de la humildad, la naturalidad y sencillez, una infancia doliente, signada por carencias económicas y afectivas, tanto por el carácter áspero de su padre como la temprana muerte de su madre, irónicamente este episodio triste de su vida, le abrió las puertas a ese inconmensurable mundo de la lectura, gracias al influjo ejercido por su madrastra y pese a que este hábito podría estar reñido con la rusticidad y sordidez de la atmósfera que rodeaba al pequeño Abraham; de poco atractivo físico, espigado, desgarbado al caminar, de brazos largos y manos muy robustas, producto del rudo trabajo de leñador que desarrollo en las regiones boscosas de Hodgenville, Kentucky donde vivió; su sed de conocimientos que chocaban con las perspectivas de su padre y su instinto de vocación social lo llevaron a estudiar la carrera de abogado; poco a poco fue labrándose el camino en el ámbito político, local, regional y por ultimo como senador de la nación, instancia que lo catapultó a la primera magistratura de los Estados Unidos, ya en el tránsito de esta, tuvo que afrontar, la guerra civil del Sur y el Norte, cuyo acontecimiento álgido fue la abolición de la esclavitud , enarbolando su emancipación, y recibiendo de ellos el apelativo de “Papa Abraham”, al ser objeto de muchos vejámenes e injurias por parte de la oposición .