Los limpiadores de parabrisas que abundan en las calles de Quito cada día están más agresivos, sin que haya autoridad policial o municipal que los controle o los erradique. Normalmente son grupos que se desplazan de una intersección a otra cuando, supongo, alguna autoridad decide hacer algo luego de que aparecen estas quejas en los periódicos, convirtiéndose en el juego del gato y el ratón.
El día martes en la tarde en la intersección de la Granados y Eloy Alfaro pude ver por el retrovisor que uno de estos malhechores le lanzaba líquido jabonoso al parabrisas de una señora que estaba atrás mío, ella prendió las plumas, a lo que el tipo decidió frenar su movimiento con la mano, motivo por el cual yo le increpé que no sea abusivo. La reacción del facineroso fue intentar amedrentarme; en eso se acercó otro de sus compañeros y me dijo que mejor no me meta porque el tipo es sicario”.