En relación al licor adulterado que ha causado tantas muertes, uno se pregunta, donde están los controles que por ley debe ejercer el Estado.
¿Por qué no se ha cambiado a todos los inspectores de sanidad llamados a ejercer control de los permisos de sanidad? ¿Por qué no se ha cancelado o despedido a toda esa burocracia inepta que permite la venta de licores en gran variedad de marcas?, algunos con registros adulterados en todas las tiendas y supermercados.
¿Por qué no existe un seguimiento y cruce de información de sus ventas? ¿Por qué existen tantas medicinas caducadas y médicos falsos? La burocracia se justifica hablando de la informalidad pero en realidad la burocracia es la única informal.
El Ministerio de Salud no debe tener una política únicamente dedicada a curar a los enfermos, sino más bien a prevenir que la ciudadanía no se enferme, aplicando controles rigurosos en la fabricación y venta de comidas, bebidas y licores; pues para eso deben servir nuestros impuestos y no para la compra del veneno que ha matado a nuestros conciudadanos y peor aún para la propaganda vacía que lo Hecho en Ecuador, está bien hecho y compre lo nuestro, comprando la muerte.