A través de la historia se puede verificar que el derecho más defendido ha sido el de la libertad de expresión. Normalmente los gobiernos dictatoriales han prohibido que el pueblo exprese libremente su opinión, pues temían que éste critique: los abusos del Gobierno, los delitos cometidos por ciertos funcionarios o las malas políticas del Estado. Pero, en la realidad lo único que han logrado es demorar que se conozca el criterio del pueblo, porque tarde o temprano, éste se hará presente y se sabrá la verdad, y así, saldrán a flote los errores, las ilegalidades los delitos cometidos por funcionarios de turno, y lamentablemente en muchos casos muy tarde para remediarlos.
Al momento han salido a la luz los errores y abusos cometidos por la Supercom y por ello está en debate el futuro de la misma. Al Me permito sugerir que se siga el ejemplo de algunos países europeos en los que existe una organización compuesta por delegados de ciertas entidades tales como la Iglesia, la Fuerza Pública (FF.AA. y la Policía), asociaciones de instituciones financieras privadas, de trabajadores, de universidades y politécnicas, que norma el proceder de los medios d, de cines, de coliseos, etc. para salvaguardar y regular la libre expresión con base en los valores morales, éticos y cívicos, que la sociedad y el país debe cultivar para asegurar el progreso, la paz y la tranquilidad para así alcanzar un futuro cierto. El representante legal de esta organización es elegido por las personas que conforman esta organización.
El derecho a la crítica debe ser sagrado, pero así mismo, debe ser basado en la verdad y deberá acompañar una recomendación que tienda a corregir el hecho, acción o decisión criticada y tomada por el Gobierno o, por alguna autoridad.