Las economías libres crecen más rápidamente y sus ciudadanos viven más años. Según el Instituto Fraser, en su reporte titulado “La libertad económica del mundo: 2018 reporte anual”, aquellos países con más libertad poseen también indicadores superiores de bienestar y calidad de vida. Naciones que destacan por su capacidad industrial y tecnológica, como Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda, Suiza y los EE.UU. lideran la lista de países con más libertad económica. Países con graves problemas financieros o con poblaciones que sufren las consecuencias de políticas opresoras, como Sudan, Argentina, Libia y Venezuela ocupan los últimos lugares. Ecuador se halla en el puesto 127, cerca de Zimbawe y Burkina Faso, muy por debajo de Colombia y Perú. Si la libertad económica se fundamenta en el reemplazo de regulaciones estatales por la autonomía individual para tomar decisiones, progreso basado en la confianza y una coordinación de mercados libres de regulaciones, es fundamental preguntarnos hacia dónde vamos los ecuatorianos. Más atraso y pobreza nos esperan si el desarrollo de la ciencia y tecnología, que requiere de un aporte estatal en naciones atrasadas, se lo intenta hacer con regulaciones draconianas, que son imposibles de aplicar en un contexto que requiere libertad y confianza. “Los ricos tienen mercados, los pobres tienen burócratas” afirma W. Easterly en su obra “The White Man’s Burden”, quien quizás se refiera a países como Ecuador.