La sentencia en contra de El Universo significa la conculcación definitiva de la libertad de expresión en el Ecuador.
Nos revela que el país esta gobernado por un hombre víctima de sus odios y pasiones, que lo inhabilitan para ejercer la primera magistratura con la compostura y ecuanimidad que deben distinguir a un Jefe de Estado.
Sus decisiones aparecen motivadas por intereses personales y no por el bienestar general. La institucionalidad judicial ha pasado a depender de Carondelet, hecho que quedó evidenciado con el proceder de los jueces, quienes en su actuación inaugural, lejos de erigirse en garantes del derecho, se doblegaron con la írrita sentencia que dictaron.
El Ecuador ha sido lanzado al abismo del odio y la venganza. Su reconstrucción requerirá de actos y ciudadanos heroicos, comparables a aquellos que se enfrentaron en el pasado a poderes omnímodos, armados solamente de su intelecto, su integridad, su patriotismo y su amor por la libertad.