LEY PARA VIOLARLA. . .

“Nadie se gradúa de ser humano hasta que siente el dolor en carne propia”, pensamiento del Che Guevara que ahora ya, un grande también para la historia, Lenín Moreno, lo refrendó en la Vicepresidencia de la República. Visionario humanista que sintió el dolor en carne propia, el de cientos de miles de discapacitados que sobrevivían en el abandono y el desamparo físico, económico y psicológico, antes de su ejemplar mandato. Con sagacidad y firmeza impulsó medidas  económicas para solventar necesidades apremiantes de este sector vulnerable y olvidado de la sociedad; pero lo más importante es que auspició un marco legal de reivindicación de sus derechos, a través de la Ley Orgánica de Discapacidades. Pues aquí viene lo sorprendente y reprochable de la miseria humana: en un prestigioso plantel educativo de Quito labora una profesora que en su hogar tiene una hija de 34 años, discapacitada en un 94 por ciento. Por ello es que la citada Ley le concede dos horas de permiso para cuidar y atender en sus necesidades básicas a esta señorita-bebé. Esta prerrogativa se ha convertido en la causa de actitudes reprochables por parte de autoridades del plantel que, con la colaboración de ciertos compañeros, a más de hacer reparos y objeciones al permiso, recurren a prácticas aberrantes de discriminación y hostigamiento, orientadas a una destitución de esta profesora, quien, además, por desgracia tiene como alumna de este colegio una joven adolescente, quien también se ha convertido en objeto de persecución. 

¿Se puede deducir entonces: necesitarán sentir el dolor en carne propia, para considerarse seres humanos? ¡Respeten la Ley!

 

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