Los vocales del triunvirato que maneja el Consejo de la Judicatura tratan -inútilmente- de ocultar la mordaza legal que el Gobierno prepara ahora para los abogados y jueces.
Son expertos en el arte de lanzar la piedra y ocultar la mano. Ante sonados casos de corrupción que se quieren silenciar, han escrito una especie de código sumario de autocensura (o censura previa) para que los abogados no digan nada.
Se busca poner este instrumento legal menor, casi reglamentario, por encima de los derechos de libertad consagrados en la Constitución y en los tratados internacionales que priman sobre soberanías y estados. Este tipo de violaciones flagrantes contra la Carta Magna, mediante códigos, reglamentos y decretazos por “única vez” son siempre camufladas con algún pretexto revolucionario y con el correctismo político de eufemismos y medias verdades.