En tiempos en donde la internet con las redes sociales y la televisión abierta, se ha expandido; es evidente un fuerte contenido de violencia: hechos delictivos, agresión física, psicológica, sexual y un sinnúmero de hechos que lamentablemente forman parte de cualquiera de estas ventanas al mundo virtual global, que afectan a la propia dignidad humana y a la vida en sí misma.
Series televisivas que son verdaderas escuelas del crimen, narcotráfico, trata de personas y demás actos que están fuera de toda moral y ley, ganan espacio y fama, con el auspicio de las principales marcas mundiales.
Realmente todo lo que vemos y escuchamos nos van marcando en nuestros pensamientos, sentimientos y hábitos a la hora de relacionarnos con los demás; pues ahora la pornografía no solo es gráfica, es también musical, es decir melodías ensordecedoras con letras que hablan reiteradamente de sexo, violencia y adicciones de todo tipo.
Por las afamadas libertades de la sociedad contemporánea, no podemos obligar a no mirar o escuchar este tipo de cosas, con normativas que limiten imágenes o composiciones musicales de esta clase; pero existen iniciativas positivas espontáneas, que me permito compartir de una radio local de la ciudad de Ibarra, cuyo lema es “una radio libre de reggaetón”; así como veíamos imposible hace unos años obligar a dejar de fumar: hoy vemos optimistamente, instituciones “libre de humo”; ojalá con el tiempo, sean los propios medios de comunicación y empresas del mundo virtual; que tomen la iniciativa de disminuir o eliminar imágenes, música y demás formas de expresión, que inciten penosamente a todo tipo de violencia y a la paulatina degradación humana.
La tarea desde la familia es reflexionar y discernir qué vemos y escuchamos todos en casa: padres e hijos; pues a veces queremos limitar programas, aplicaciones de internet, juegos o redes sociales, de los cuales ni nosotros mismos podemos desprendernos. Tomemos con seriedad pues, las adicciones no son solo al alcohol, cigarrillo y otras drogas; es popular vernos adictos horas de horas a un celular, sin reflexionar detenidamente lo que edifica y lo que destruye nuestra mente, nuestro corazón, nuestras emociones y nuestra propia existencia; dejemos de perder el tiempo divagando al frente de una mini pantalla como zombis dominados por la tecnología y pongámonos a mover nuestro cuerpo con el deporte, nuestra imaginación con la lectura y a cultivar de vez en cuando nuestro espíritu; y con certeza seremos mejores seres humanos.