¿A quién le importa la vida de un toro?

Los toros de lidia son producto de la crianza, su costo es mayor que el de otro ganado y la única razón para hacerlo son las ferias taurinas. Ahora que los antitaurinos se han impuesto, es hora de preocuparse en serio por ellos, no por su muerte, sino por su vida. No creo que los colectivos antitaurinos se encarguen. El triunfo de los antitaurinos será que, en unos meses, los toros que “salvaron” sean el plato principal de un asado, en donde habrá diversión, licor y algarabía, tal como en una corrida, pero sin la muerte en la arena, su piel se usará para chompas que los antitaurinos mismo lucirán. Es decir, el pensamiento antitaurino se reduce a que si no vemos la muerte, entonces ya no es barbarie. Aunque increíble, resulta que son aquellos a favor de la fiesta brava, a quienes les interesa la vida de los toros.

La lucha nunca se trató del respeto a la vida sino de la imposición de una forma de pensar. Si las corridas desaparecen, que sea por la evolución social y no por la imposición de unos cuantos o de uno con poder.

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