Comparto la admiración del Sr. Julio Palacio Barberán (carta 27-marzo-2012) por la organización y productividad de los kibutz israelíes, pero desearía aclarar que estos no se deben a “los judíos soviéticos” o su “socialismo”. La migración judía a Palestina y la organización de kibutz empezaron a inicios del siglo XX, bajo el mandato británico otorgado por la Sociedad de Naciones.
La mayoría de fundadores de Israel en 1948 fueron judíos “ashkenazim” del este de Europa (Polonia, países bálticos, Alemania, Hungría, Ucrania); no “soviéticos”, sino ex residentes de países arrasados por Hitler y absorbidos por la URSS; su misma condición de sobrevivientes les permitió resistir el acoso y las guerras.
Stalin, sin llegar al genocidio de judíos, nunca les dio facilidades de emigrar, y desató represiones focalizadas contra profesionales y pensadores, calificados de antisoviéticos y saboteadores, como el mismo Trotsky.
Desde Marx, los judíos nunca han adoptado ideas o sistemas “soviéticos”; sucedió al revés. El sionismo tuvo pensadores propios como Chaim Weizman y Theodor Herzl, y desde luego, su tradición de unión y solidaridad. En cambio, el sistema soviético de “koljoses” y “sovjoses” agrícolas nunca funcionó.
Lejos de abastecer a su país, provocó escasez crónica de alimentos, y fue una de las causas del colapso de la URSS, entidad enorme y de gente trabajadora, pero bajo un sistema político perverso. Ruego no confundir dos realidades totalmente distintas.