En las últimas décadas, varios académicos estadounidenses se han complacido en disminuir la importancia histórica de Thomas Jefferson, dando primacía a sus actividades como dueño de esclavos.En función de esa óptica, uno de ellos -Paul Finkelman- no ha dudado incluso en motejar a Jefferson de “monstruo de Monticello”.
Es interesante, sin embargo, recordar dos opiniones que conllevan una visión más profunda sobre Jefferson. La primera, aquella de Martin Luther King Jr., quien en su carta desde una prisión de Birmingham, en 1963, proclamó a Jefferson uno de esos preclaros extremistas que han formulado esenciales principios de libertad humana, evocándolo junto con Jesucristo, John Bunyan y Abraham Lincoln.
La segunda opinión proviene del propio Lincoln, quien, en una carta de 1859, se expresó así sobre el sabio de Monticello: “Todo honor a Jefferson, el hombre que bajo la presión inmediata de una lucha por la independencia nacional de un pueblo, tuvo la serenidad, la previsión y la capacidad de introducir en un documento meramente revolucionario, una verdad abstracta aplicable a todos los hombres y a todas las épocas, una verdad de tanto arraigo que en los tiempos presentes como en los venideros, constituirá una advertencia y un obstáculo para quienes deseen que la tiranía y la opresión reaparezcan”.