Inversión Pública

Iván Escobar Cisneros

La teoría económica de los años 50 y 60 sostenía la tesis de que la mejor manera de redistribuir el ingreso nacional era a través de la tributación, pues se aseveraba que todos los impuestos podía dividírselos en directos e indirectos, asumiendo que los primeros recaían en el contribuyente, sin opción al traslado a terceras personas, en tanto que los segundos se los calificaba de total y fácilmente trasladables a los demás ciudadanos.

El típico impuesto a la renta era el símbolo de la carga tributaria que buscaba restar ingresos a los ricos, para supuestamente con ellos atender a los pobres, bajo el supuesto de que esta era la forma de hacer menos ricos a los ricos y menos pobres a los pobres.Sin embargo, las investigaciones demuestran que todos los impuestos son trasladables a los demás, por ejemplo: el costo de la consulta profesional; el valor del contrato; o, el precio del producto que se comercializa.

Desechados los viejos criterios, se piensa ahora que la única manera de redistribuir los ingresos es mediante el gasto del Estado, siempre que este financie inversiones en sectores prioritarios de la sociedad, pero no gasto corriente, por ello es que países como Noruega, Dinamarca, Finlandia y Suecia registran una inversión pública que fluctúa entre el 51 y el 57% del PIB, en tanto que en el caso del Ecuador apenas llega al 23%. Lo demás va al gasto común y al pago de deudas.

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