John M. Keynes, a través de su libro: “Teoría General del empleo, el interés y el dinero”, planteó en 1936, la necesidad de que el Estado intervenga en la economía, cada vez que haya fallas del mercado y se produzcan recesiones. Su doctrina es cortoplacista, él mismo lo reconoció cuando dijo: “En el largo plazo, todos estaremos muertos”.
No obstante, Keynes, tal cual lo señalara Milton Friedman en un video de la serie “Libre para elegir”, es víctima de la mala interpretación de sus seguidores para quienes el Estado debe intervenir siempre en la Economía, aún a costa de desplazar la inversión privada y con una política de “déficit permanente”, que él nunca la recomendó. Además, los keynesianos, plantean subir los impuestos para que el Estado recaude más, cuando, si vemos el planteamiento original de Keynes, lo que sugirió es que en una recesión se deben bajar los impuestos y ellos más bien, hacen todo lo contrario.
Así, por seguir a pie juntillas las recomendaciones de la política intervencionista/keynesiana, EE.UU. los países occidentales y todos aquellos que las pusieron en vigor tuvieron que soportar inflaciones galopantes derivadas del exceso en el gasto público financiado por la vía de una mayor emisión monetaria, es decir, monetizando el déficit.
En los años 70, las políticas keynesianas provocaron “estanflación”, o sea, estancamiento económico combinado con inflación.