El asambleísta Rodrigo Collaguazo acudió a la Fiscalía llevando guirnaldas, palomas y flores en manos de quienes seguramente forman parte de las brigadas de defensa de la revolución ciudadana, para que le rindan honores y le aplaudan luego de su magistral clase de oratoria.
El show está montado y con seguridad la Fiscalía demorará el tiempo que sea necesario para evitar que la verdad no sea conocida por la opinión pública.
El ministro de Defensa ante las evidencias manifestó que “efectivamente son militares, que ya están identificados y que hay un proceso disciplinario contra ellos”.
Nada más se ha conocido desde esta declaración oficial del 20 de septiembre, y la institución militar hace mutis por el foro. Actos voluntariosos como los observados en los videos no se realizan jamás en la entidad.
Los militares tienen nombre, grado, función, están bajo las órdenes de un oficial, quien a la vez depende de un comandante de unidad, éste recibe disposiciones de un comandante de brigada, quien da parte o solicita permiso a la división; y el comandante de la división ha recibido la autorización del comando del Ejército; es decir, ni siquiera se requiere de indagación para conocer casi de forma inmediata, de dónde provino la disposición.
Es hora de que el ministro, que oye, ve y dice los problemas de la institución, le diga la verdad al país. El mando militar no puede exponer a las FF.AA. en un asunto tan delicado, como es la disciplina. Quienes participaron de alguna manera en este exabrupto ya debían estar sancionados conforme lo establece el Código Militar. Las razones por las cuales los civiles Collaguazo y Delgado estuvieron en ese entrenamiento lo tendrá que averiguar y castigar la Fiscalía.